Bolas de pelo

Todos tenemos en la mente la fama de limpios que tienen los gatos que se pasan todos los días lamiéndose, pues bien, este hábito de aseo diario tan favorable para su higiene, a veces puede jugarles una mala pasada.
Los felinos utilizan muchas horas del día a atusarse y para ello utilizan su “rasposa” lengua (con múltiples proyecciones en forma de pequeñas espinas) y sus extremidades anteriores

bolapeloEste lamido continuo del pelaje provoca un arrastre de pelo, gracias a su especial a la lengua que actúa como un autentico cepillo, hacia el trayecto digestivo.
Este problema se acentúa mas en animales de pelo largo y en aquellos ejemplares con conductas de aseo “de alta frecuencia”, como el caso de animales de vida exclusiva dentro del hogar.
Los pelos comienzan a acumularse y son rodeados por sustancias mucoides (“moco”) que produce el aparato digestivo.
Estas formaciones pueden ser regurgitadas por la boca o través del recto.
Los propietarios de los animales con bolas de pelo en su aparato digestivo pueden observar diversos síntomas si su expulsión no se produce tal como:

– Apatía y malestar general
– Pérdida de apetito
– Arcadas, regurgitación, vómitos de pelo y moco
– Constipación
– Gastritis crónica
– Oclusión Intestinal, dolor abdominal…

Las bolas de pelo, conocidas como bezoares, tricobezoares o pilobezoares son cúmulos de pelo, de forma más o menos esférica, que se acumulan en el tracto digestivo de los animales, al tragar su propio pelo.

Los tricobezoares son bolas de pelo, pero más duras, formadas por pelo, “moco” y otros materiales (generalmente restos alimenticios) presentes en el aparato digestivo del animal.
Son formaciones menos comunes que las habituales bolas de pelo, pero son más grandes y más duras, por lo que tienen muchas más posibilidades de provocar alteraciones: obstrucciones en la salida del estómago, obstrucciones intestinales… En muchos casos la única solución para eliminarlos es la cirugía o la endoscopia.
La expulsión natural de las bolas de pelo y de los tricobezoares se produce de igual forma que la de los cúmulos de pelo de las presas que ingieren cuando viven en libertad o “semilibertad” (es decir, con posibilidad de acceso al exterior del hogar). Dicho mecanismo que permite la expulsión de los restos no digeribles de las presas tiene una función protectora facilitada por la regurgitación y el vómito.

Prevención: (“mas vale prevenir que curar”)

Aunque las bolas de pelo suelen ser expulsadas “fácilmente” por la mayoría de los felinos, es labor del propietario evitar en la medida de lo posible la molestia de la regurgitación.
Para ello debemos tener presente los siguientes puntos:

– Cepillado frecuente: si cepillamos de forma rutinaria (a poder ser diariamente) eliminamos de su manto todo el pelo muerto y evitamos que lo ingiera.

– Malta: existen muchas presentaciones de este producto (jarabe, pasta,premios…), que dado de forma habitual facilita el tránsito de las bolas de pelo. En ejemplares de pelo corto será suficiente con una o dos dosis semanales, si bien en los de pelo largo debe administrarse al menos tres veces por semana. Eso sí, el exceso de administración puede provocar alteraciones en la absorción de los nutrientes y diarreas, entre otras.
– Hierba gatera: su ingestión permite que el animal estimule la regurgitación o el vómito de las bolas de pelo. Es uno de los métodos menos “deseables”, ya que seguimos permitiendo el vómito, algo que, en definitiva, deberíamos evitar.
– Alimentos específicos: existen alimentos, perfectamente equilibrados, que, además de aportar todos los nutrientes, por su formulación facilitan el tránsito de las aglomeraciones de pelo en el aparato digestivo. Royal Canin Intense Hairball.

Ambiente: un ambiente relajado en el que el gato se encuentre a gusto. Muchas situaciones de estrés aumentan la frecuencia de acicalamiento y por tanto la ingestión de pelo. Cuando la salud general del animal no es óptima puede repercutir en la salud del pelo, muchas enfermedades sistémicas y de la piel provocan debilidad capilar, para ello es necesario vigilar los parásitos.

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